Con el paso de los años, la microbiota se reconoce cada vez más como un componente crítico en la salud y bienestar humano.
La interrupción de la simbiosis entre el ser humano y su microbioma está asociado con numerosas enfermedades como los trastornos gastrointestinales.
Su fisiopatología indica que hay una desregulación en la interacción intestino – cerebro, así como una disbiosis, alteración de la permeabilidad intestinal, motilidad anormal…etc.
Los trastornos gastrointestinales son el resultado de una interacción de la fisiología intestinal alterada y factores psicológicos a través del eje intestino-cerebro, dónde los síntomas cerebrales e intestinales influyen recíprocamente en la expresión de los demás.
El síndrome del colon irritable es un trastorno gastrointestinal caracterizado por un dolor abdominal recurrente o crónico, mialgias e hinchazón que suele estas asociado con hábitos intestinales alterados como contracciones musculares intestinales alteradas, cambios en la microbiota, infección grave o estrés a temprana edad.
Como hemos comentado anteriormente, la microbiota y el cerebro se encuentran comunicados por el eje bidireccional microbiota-intestino-cerebro. De esta forma podemos explicar cómo los principales desencadenantes del síndrome del colon irritable son los alimentos (una dieta no variada y pobre en nutrientes) y el estrés. Así como las principales complicaciones de este síndrome son una disminución de la calidad de vida y trastornos del estado de ánimo que pueden llegar a depresión y ansiedad.
Es muy importante mantener una microbiota diversa y sana para evitar en gran medida los trastornos gastrointestinales. Los hábitos dietéticos presentan un papel muy importante en la regulación de la microbiota y tratamiento de los trastornos.
Además de la dieta, el uso de probióticos y fitoquímicos resultan un tratamiento muy eficaz para este tipo de trastornos.
En recientes estudios se comprobaron los efectos de Bifidobacterium longum sobre la ansiedad y la depresión en pacientes con el síndrome del colon irritable y se comprobó que la mayoría de pacientes tuvieron una reducción de 2 puntos o más en la escala de depresión y, por lo tanto, aumentaron su calidad de vida.
Estas mejoras se asociaron a cambios en los patrones de activación cerebral que indican que este probiótico reduce la reactividad límbica.