Alcedo, J., Estremera-Arévalo, F., Cobián, J., Santos, J., Alcalá, L. G., Naves, J., … & Serra, J. (2024). Preguntas Comunes Y Respuestas Razonadas Sobre El Síndrome Del Sobrecrecimiento Bacteriano Intestinal (SIBO). Gastroenterología y Hepatología, 502216.

 

 

El SIBO es un síndrome heterogéneo en su etiopatogenia e inespecífico en su presentación. El espectro sintomático del SIBO es muy variado, incluyendo desde síntomas leves o alteraciones analíticas subclínicas, hasta un síndrome de malabsorción y/o presencia de síntomas graves. La clínica tiene baja capacidad para predecir la presencia de SIBO. La diarrea es el síntoma más consistentemente asociado. La hinchazón y la distensión abdominal no serían síntomas con capacidad para predecir por sí solos la existencia de SIBO. La sospecha diagnóstica puede establecerse cuando concurren los síntomas que forman parte de su espectro clínico con determinados factores patogénicos anatómicos, metabólicos o relacionados con la motilidad intestinal.

No existe un estándar de oro para el diagnóstico del SIBO. No hay un acuerdo unánime que determine de forma inequívoca y en cualquier circunstancia la cifra de microorganismos que debe considerarse patológica en un cultivo del aspirado intestinal. Esta prueba, además, es invasiva y técnicamente compleja para su instauración con regularidad en la práctica clínica

Los test de aliento son alternativas diagnósticas no invasivas y económicas pero sus resultados, por sí solos, no son suficientes para establecer el diagnóstico ni justifican la instauración de un tratamiento, sino que deben ser interpretados por profesionales médicos, tomando en cuenta la probabilidad preprueba de cada caso en concreto.

Aunque las dietas restrictivas tienen capacidad para modificar el microbioma intestinal y sus vías metabólicas, no se dispone de información suficiente para integrarlas entre las opciones para el tratamiento del SIBO. Deben considerarse además sus potenciales efectos perjudiciales para los pacientes.

El antibiótico más estudiado y con mejor nivel de evidencia científica a favor de su uso como tratamiento del SIBO es la rifaximina. Su efectividad es del 60%, y la recurrencia del SIBO se aproxima al 50% a los 12 meses. El empleo de pautas cíclicas parece razonable cuando se constata un SIBO recurrente. En casos con diagnóstico de IMO la combinación de rifaximina y neomicina podría mejorar los resultados de la monoterapia.

Algunos probióticos han demostrado mejorar los síntomas comúnmente vinculados al SIBO, y también son capaces de modificar el microbioma, por lo que poseen un

papel potencial en el tratamiento. Sin embargo, aún no es posible realizar una recomendación específica para su uso, ya que no se ha determinado la cepa o cepas que proporcionan mayor beneficio, ni su dosis y duración de tratamiento óptimos.

El rendimiento terapéutico de los remedios herbales en los pacientes con SIBO es aún incierto.

Es necesario el desarrollo de pruebas diagnósticas seguras y más precisas para el SIBO, así como de estrategias terapéuticas más efectivas.

 

ver artículo