La flora o microbiota intestinal es el conjunto de bacterias, virus, hongos, levaduras, Archaeas y parásitos que habitan en el intestino.

Dentro del ecosistema intestinal, la flora nativa se adquiere principalmente durante el primer año de vida y es única para cada individuo; la flora transitoria coloniza de manera intermitente el intestino y está formada por microorganismos potencialmente patógenos y no patógenos.

La microbiota intestinal ejerce distintas funciones en nuestro organismo, entre ellas podemos destacar:

  • La función metabólica: la microbiota se encarga de favorecer la digestión de alimentos que, de otro modo, no serían digeribles para el ser humano. También favorece la absorción de nutrientes (aminoácidos, azúcares, vitaminas, etc.) a través de las células del intestino y participa en la síntesis de importantes metabolitos (ácidos grasos de cadena corta, vitamina K, vitamina B12, vitamina B8).
  • La función barrera: algunos de los productos secretados por la microbiota, por ejemplo toxinas, contribuyen a defender el organismo frente a microorganismos patógenos y oportunistas. Además, algunas especies son generadoras de un moco que protege a la mucosa intestinal y evita que ésta sea permeable a otros microorganismos potencialmente patógenos o a alimentos sin digerir.
  • La función defensa:  favorece al desarrollo y activación del sistema inmune intestinal, teniendo un efecto inmunomodulador y preparando a nuestro organismo para defenderse frente a las infecciones.
  • La función mantenimiento: contribuyendo a la maduración del tubo digestivo, manteniendo la mucosa intestinal y el lumen del intestino libres de residuos y material de desecho.

Por tanto, la microbiota intestinal tiene una gran cantidad de funciones imprescindibles para mantener la salud intestinal y sistémica. Así, los cambios cuantitativos y cualitativos en la flora intestinal, en su actividad metabólica y/o funcional, o en su distribución local, lo que se conoce como disbiosis intestinal, provocan graves alteraciones del organismo.

Este desequilibrio está relacionado con la patogénesis de numerosas enfermedades, no sólo a nivel digestivo (enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome de colon irritable, celiaquía, patología biliar, etc.) sino también sistémicas o extradigestivas (síndrome metabólico, asma, urticarias, migrañas, enfermedad de Alzheimer, autismo, Parkinson…). Y cada semana se descubren nuevas relaciones entre diversas patologías y la microbiota intestinal.

Cuando esta disbiosis está relacionada con un trastorno por sobreproliferación de microorganismos en nuestro intestino, dependiendo de la zona donde aparezca y de las propiedades de la flora sobreproliferativa distinguimos:

  • SIBO: (Small Intestine Bacterial Overgrowth): Sobrecrecimiento bacteriano de intestino delgado.
  • SIMO: (Small Intestinal Methanogenic Overgrowth): Sobrecrecimiento metanógeno de intestino delgado.
  • LIBO: (Large Intestinal Bacterial Overgrowth): Sobrecrecimiento bacteriano de intestino grueso o colon.
  • LIMO: (Large Intestinal Methanogenic Overgrowth): Sobrecrecimiento metanógeno de intestino delgado.
  • SIFO: Micosis (sobrecrecimiento de hongos y levaduras)
  • Parasitosis
  • Virosis